La primera nevada del año. La casa silenciosa y la chimenea encendida. Todo ordenado, limpio. Ni un solo ruido. Todo quieto, intacto. Los niños aún no se habían despertado. Todavía quedaba algún bombón en la caja. Pocos, muy pocos. Era una caja enorme. Todos de licor. Eso decía el envase: bombones de licor. La abuela estaba allí, junto a la caja, en la cocina. Despedazando los que quedaban. El líquido azul le chorreaba en la falda. Todo en silencio, al fin, pensaba. Todo en silencio. Ya sólo quedaba uno, el último de la caja. Abrió la boca y se lo tragó sin pensar. Cayó al suelo.
Entonces recordó la imagen exacta en la que inyectó el veneno, con la jeringuilla, en el primer bombón. Aquel líquido azul que compró el viernes pasado. Silencio, pensó.
Entonces recordó la imagen exacta en la que inyectó el veneno, con la jeringuilla, en el primer bombón. Aquel líquido azul que compró el viernes pasado. Silencio, pensó.
8 comentarios:
Impactante tu cuento y tu blog muy interesante.
Pablo Sancho
Triste pero hermoso a la vez
Muy bueno
Andrea
Exquisito y elegante.
Vamos a matar a la familia...
Alberto
Incesto...asesinato
todos tarados
Vamos a matar a la familia...
Alberto
Incesto...asesinato
todos tarados
Tienes algo más de cuentos?
Este me ha gustado mucho
J.
Sigue siendo inconformista.
Leo
A mi también me gusta mucho tu blog. Lo seguiré.
Sigue así.
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