lunes, 17 de agosto de 2009

Estaré contigo siempre / Marta Zafrilla

Primero te intuí a nivel reptiliano; un puro instinto palpitando, una amenaza de recuerdo. Abría los ojos a un espacio inédito y nada, ni ojos, ni objetos, lograba ubicarme en lugar conocido. Mi escenario no era más que una habitación vacía con goteros y olor a cloro, y yo un cuerpo sin nombre y sin posibilidad para el miedo. Después un gesto tuyo, quizá la manera de llevar tu mano a mi pierna o tu mirada escrutadora, me despertó la cercanía de tu piel y un arrebato de proximidad. La certeza del conocimiento y de los años compartidos se sucedió tras tu grave susurro de "estaré contigo siempre". Pero cuando las paredes blancas y las mujeres con bata se definieron como elementos de hospital, entendí de pronto, con emergencia de sesgadas imágenes, que la amenaza era tu mano, que mi nombre era miedo y que tú traías solo años de violencia descarnada.