Entre gimoteos escucho esa voz arrugada. Baila la niña, sobre mi, danzarina africana, desenfrenada y en trance; no hagas mucha bulla, gata, que hoy quiero venirme despacio, durar más. Si no, te vas.
Magda, la buena Magda es amiga de Cindy. Cindy tiene el cuerpo partido y el alma pegada con superbonder, las palabras salen de ella atropelladas, sólo cuando consume es más tranquila, puede pronunciar las letras, aún cuando sus ideas son incoherentes; Cindy la rubia, Magda la negra.
Acordes de guitarra, entro en ella, tocar aros profundos de tierra, aprieta. Quiero tenerla en la mañana para después mirarla y recordar que lo mejor es darle un tiro en la nuca. Comer negra y comer man es lo mismo, lo dice Jesús. Comer esclavo, lo dice Mahoma.
Cindy me ha convencido de sudar sobre Magda, los labios se mojan mientras ella yace y respira. Me gusta escucharla cantar en el descanso, mientras levanto la bandera de nuevo. Madrecita, encoñado sí, negra Magda, creí que no me gustaban las negras.
-No vengo más.
La miré despacio, le limpié el sudor de los senos con las manos y le pagué. Mentiras. Ella viene, ella está.
Abrí las ventanas esperando que miles de pájaros llegaran a mí; por el contrario, ratas voladoras de patas deformes y picos estrellados aparecieron en los techos de los apartamentos del frente, cagando cuanto carro pasaba.
Voy a trabajar, bebo café y pienso. Magda es cara. Debo medio salario por andar puteando. Magda es cara.
Llamo a Cindy y me dice que Magda no está; se la come alguien más. Cindy, ven vos, igual no vas a hablar porque tendrás la boca ocupada, y se niega. Insisto en Magda, ¿quién se la comerá? ¿Judas o Pablo, Jesús o Mahoma? ¿Pablo Jesús Contretas o Judas Mahoma Castro?
Los llamo y no saben de ella.
Magda aparece una noche del domingo en mi casa; entra y dice que se devuelve a Barranquilla, la miro con desprecio mientras el aire se vuelve ácido y me corroe dentro.
Quédate bella Magda, negra mía, no importa esta cresta de mierda, no te vayas que quiero seguir culeandote, negra judía, africana sucia, miel. Ella sacude la cabeza y me da un beso, meto la mano y me despido de lo que me importa. Luego, -pao, pao-, las paredes están salpicadas de sangre, mañana las limpio con desengrasante.
Cindy me llama y dice: Magda estaba con usté y no está acá. Le respondo que vino y se despidió -literalmente- y se fue a otras tierras, a Barranquilla creo. Entonces me dijo que el Chulo la andaba buscando y que si no aparecía el Chulo llegaría a mi casa y me demostraría que hasta los neonazis pueden hablar con la cabeza gacha y de rodillas.
-que venga-
Pablo Jesús Contretas y Judas Mahoma Castro me acompañan en la casa, llega el Chulo y otro man y les damos con toda, muerte a putos. Descuartizamos a los maricones –uno tiene piojos-, y a Magda -pero en bolsas aparte, que no se revuelva la sangre-; luego a cada uno lo derretimos entre ácido, en un lugarcito cerquita a la 10ma con 11.
Cindy llama de nuevo. Mamita no pregunte que no sé. No sé nada.
Palabras sordas.
6 comentarios:
Tu estilo me ha enganchado y me ha dejado sin respiración mientras leía el relato... Bravo!
Muy bueno tu cuento. Tiene mucha fuerza.
Emilio
¿Eres colombiana? ¿Escribes cosas cercanas o lo has inventado todo?
Es muy salvaje pero me gusta.
No me gusta Demasiada violencia.
Angel
Es un estilo diferente y directo. Muy bueno
Sara
Es el cuento más diferente junto con el de Atxaga.
Muy originales
Jose
Publicar un comentario