Si me preguntaran ¿en qué momento de tu vida te has sentido realmente querido?, sin duda, recordaría este:
Cogí el autobús, iba camino de Plaza Nueva (donde están los Juzgados en Granada) porque tenía un juicio sobre una división de una parcela. Cuando voy a Juicio me gusta ir “solo”, metido en mi mundo y a ser posible sin que nadie me hable. Bien, pues yo ese día en el autobús tenía, precisamente, esa cara … la de “estoy en mi mundo y así quiero seguir, no os acerquéis a mi …”
Acababa de comenzar el recorrido e iba vacío, solo dos ó tres asientos ocupados… En la siguiente parada a la que cogí pasó lo que pasó, paró el conductor y subieron 4 personas … y aquí empieza mi grato recuerdo (se me vino, no sé porque, aquella epístola del Cantar de los Cantares a la cabeza … “aquí llega mi amada, saltando por los caminos … brincando por los collados …, es mi amada un cervatillo, es mi amada un gamo … “). Bien, como apuntaba, estaba plácidamente sentado casi al final y estaba casi vacío, coño, había infinitos sitios libre (es decir, por doquier) ... el asiento que tenía a mi izquierda desnudo, dotado de toda la hermosura, terso, reluciente … De repente, a lo lejos una señora - morrocotuda en sus dimensiones, una descomunal concurrencia de carne, era como una muchedumbre de mórbidas abrazadas … - se quedó mirando a su alrededor moviendo incesantemente los ojos – como si fuera a cruzar la calle – cuando al fin - … ¡ oh maleficio, oh que guarra! ….- los detuvo en mí… Debió pensar: ¡mira que cara de bienhechor tiene ese chico (creo que provoco ese efecto cuando voy con el traje) si parece que viene de tomar la comunión! … Joder, medité, viene hacia aquí… Nuestras miradas se cruzaron… ella pensaba: ¡que cara de misericordia tiene este chico, creo que voy a tener que asir mis nalgas y, haciendo de ellas un sayo, anidarlas a su lado!, …. mientras mi parecer distaba del suyo y así rezaba en mi interior: ¿Esto que pollas es, el puto autobús vacío y viene la marrana ésta a perturbar mi paz (interior)?
Los segundos se sucedían perezosamente, mi respiración además emprendía a quejarse, mi espíritu estaba perdiendo su mansedumbre, se avecinaba un aciago momento, sentía – mientras se acercaba – como mi ser empequeñecía, su presencia era terrorífica, cuasi-demoniaca,… mi cabeza perdía su tamaño – iba pareciéndose cada vez más a la del paciente que espera en la sala del hospital de la película de bitelchus – al tiempo que sus carnes se jactaban en pos de su sabida supremacía …
Y, llegó el momento… me miró fijamente, desafiante, sus mejillas aterciopeladas y de tonalidad rosácea brillaban cual posadera de mandril …. Y me dijo: “échate a un lado” (una frase corta pero que intuía podía encerrar diversos significados …). Pensé: si trememunda masa quiere que me eche a un lado ... puede que me tenga que tirar del autobús por una ventanilla … no era algo fácil lo que me pedía, entrañaba su riesgo ….
Para que pudiera pasar, el que yo me tuviera que “echar a un lado” era una invitación a que me fuese a tomar por culo... pero, bien lejos
Como pudimos, maniobramos, mi carrillo aplastado cual prosélito de baja calaña en época feudal, mi nariz humillada contra la ventanilla de enfrente de nuestro lado de los asientos, mi vida a su merced, mientras su enorme retaguardia iba colonizando el asiento, reduciendo al silencio todo lo que encontraba a su paso …
Lo mejor vino al final, nunca se me olvidará la máxima que tuve el grato placer de escuchar (¡oh, placer inmenso!) aquel día a tan cruento ser … y, dibujando una sonrisa, alcanzando el clímax de la sapiencia, dijo así: “Afú!! que chiquitillos hacen ahora los autobuses … “
Y colorín colorado ....
Cogí el autobús, iba camino de Plaza Nueva (donde están los Juzgados en Granada) porque tenía un juicio sobre una división de una parcela. Cuando voy a Juicio me gusta ir “solo”, metido en mi mundo y a ser posible sin que nadie me hable. Bien, pues yo ese día en el autobús tenía, precisamente, esa cara … la de “estoy en mi mundo y así quiero seguir, no os acerquéis a mi …”
Acababa de comenzar el recorrido e iba vacío, solo dos ó tres asientos ocupados… En la siguiente parada a la que cogí pasó lo que pasó, paró el conductor y subieron 4 personas … y aquí empieza mi grato recuerdo (se me vino, no sé porque, aquella epístola del Cantar de los Cantares a la cabeza … “aquí llega mi amada, saltando por los caminos … brincando por los collados …, es mi amada un cervatillo, es mi amada un gamo … “). Bien, como apuntaba, estaba plácidamente sentado casi al final y estaba casi vacío, coño, había infinitos sitios libre (es decir, por doquier) ... el asiento que tenía a mi izquierda desnudo, dotado de toda la hermosura, terso, reluciente … De repente, a lo lejos una señora - morrocotuda en sus dimensiones, una descomunal concurrencia de carne, era como una muchedumbre de mórbidas abrazadas … - se quedó mirando a su alrededor moviendo incesantemente los ojos – como si fuera a cruzar la calle – cuando al fin - … ¡ oh maleficio, oh que guarra! ….- los detuvo en mí… Debió pensar: ¡mira que cara de bienhechor tiene ese chico (creo que provoco ese efecto cuando voy con el traje) si parece que viene de tomar la comunión! … Joder, medité, viene hacia aquí… Nuestras miradas se cruzaron… ella pensaba: ¡que cara de misericordia tiene este chico, creo que voy a tener que asir mis nalgas y, haciendo de ellas un sayo, anidarlas a su lado!, …. mientras mi parecer distaba del suyo y así rezaba en mi interior: ¿Esto que pollas es, el puto autobús vacío y viene la marrana ésta a perturbar mi paz (interior)?
Los segundos se sucedían perezosamente, mi respiración además emprendía a quejarse, mi espíritu estaba perdiendo su mansedumbre, se avecinaba un aciago momento, sentía – mientras se acercaba – como mi ser empequeñecía, su presencia era terrorífica, cuasi-demoniaca,… mi cabeza perdía su tamaño – iba pareciéndose cada vez más a la del paciente que espera en la sala del hospital de la película de bitelchus – al tiempo que sus carnes se jactaban en pos de su sabida supremacía …
Y, llegó el momento… me miró fijamente, desafiante, sus mejillas aterciopeladas y de tonalidad rosácea brillaban cual posadera de mandril …. Y me dijo: “échate a un lado” (una frase corta pero que intuía podía encerrar diversos significados …). Pensé: si trememunda masa quiere que me eche a un lado ... puede que me tenga que tirar del autobús por una ventanilla … no era algo fácil lo que me pedía, entrañaba su riesgo ….
Para que pudiera pasar, el que yo me tuviera que “echar a un lado” era una invitación a que me fuese a tomar por culo... pero, bien lejos
Como pudimos, maniobramos, mi carrillo aplastado cual prosélito de baja calaña en época feudal, mi nariz humillada contra la ventanilla de enfrente de nuestro lado de los asientos, mi vida a su merced, mientras su enorme retaguardia iba colonizando el asiento, reduciendo al silencio todo lo que encontraba a su paso …
Lo mejor vino al final, nunca se me olvidará la máxima que tuve el grato placer de escuchar (¡oh, placer inmenso!) aquel día a tan cruento ser … y, dibujando una sonrisa, alcanzando el clímax de la sapiencia, dijo así: “Afú!! que chiquitillos hacen ahora los autobuses … “
Y colorín colorado ....
1 comentario:
¿cuento o chiste mal logrado?
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