miércoles, 22 de abril de 2009

Control de plagas / Carolina Fernández Gaitán

A pesar de que Ana se sentía afortunada, había dos cosas que la sacaban de quicio: los reclamos de Sergio y los mosquitos. Durante años aguantó los reproches por las tardanzas, los platos sucios, las visitas de sus amigas, la camisa sin planchar y la mar en coche. Sin embargo al llegar la noche, su tormento se perdía en los ojos turquesas de Sergio. Era sobre aquella piel suave y bronceada, donde Ana olvidaba los martirios. Y en el preciso instante en que escalaba los firmes pectorales de Sergio, aparecían los mosquitos atacando sin clemencia.
Una noche estrellada, Ana, comenzó a poner en práctica el plan perfecto: dejó de besar a su novio. Al cabo de unas semanas, Sergio volvía a ser un gordo y verrugoso batracio.

Desde entonces, en su casa no hay mosquitos.

7 comentarios:

Raúl G.R dijo...

Buen relato. Felicitaciones Carolina.

Anónimo dijo...

Muchas gracias, manchas...me gusta que te guste

Yonamoe dijo...

Hay que besar a las ranas para que se conviertan en príncipes... qué crueldad...
Me gustó ^^

Anónimo dijo...

Gracias Yonamoe, por pasar y tomarte el tiempo de opinar.

Unknown dijo...

Entre el amor y los mosquitos...
Viva el amor

Ignacio Reiva dijo...

Que buena idea. Me ha encantado leerte.

Unknown dijo...

Como siempre, Carolina, eres genial, por eso te he bautizado asi (perdona el etrevimiento cubanito):
Cortita, pero risa segura

Arci