domingo, 22 de febrero de 2009

Había una vez (1) / Olivia Vicente Sánchez

Refieren Los cronistas que recopilan cuentos absurdos que se encontraron este, titulado "Había una vez...", un día de lluvia torrencial, cuando la noche tapaba, con su seda oscura, salpicada de escasas estrellas, la tierra mojada.
En realidad, ninguno de ellos asegura conocer la auténtica versión del relato, incluso, según fuentes escépticas, no existe una única forma para esta historia. Uno de los antólogos atestiguó, en una tarde bañada por el mal ron, que él poseía todos los capítulos de este cuento inconcluso. Sin embargo, famoso por sus verdades sesgadas, este compilador sufrió las burlas de su público de tercera fila.
Sea de cualquiera manera- a mí me resulta indiferente-, reproduzco una versión- parcial o absoluta- con el fin de que el lector prosiga la búsqueda del cáliz literario.

Había una vez un niño que, cuando despertaba por las mañanas, no era persona. Sus ojos se entreabrían en un dulce parpadeo bastante perezoso. Ciertamente, él pensaba, para qué levantarse otro día más, si no habría nada singular que protagonizar. De este modo, bostezaba, se daba la vuelta en la cama y continuaba durmiendo.
Un día- del que no tienen noticia concreta Los cronistas que recopilan cuentos absurdos-, el niño volvía a desperezarse. Se frotaba los ojos con los puños del pijama. Una y otra vez. Pero, en una de esas veces, se asustó: junto a él, en su camita, se hallaba una niña que observaba su despertar.
Ambos niños se miraron fijamente durante minutos. La escasa luz que entraba por las rendijas de la persiana les permitía captar con torpeza los rasgos del otro. Sin embargo, destacaban sus sonrisas, de blanca leche, y sus ojos, de sorpresa crecida.
A partir de aquella alborada, el niño se enfrentó gozoso al amanecer, junto a los susurros de la niña.

Los cronistas que recopilan cuentos absurdos discrepan en torno al colofón del relato. Unos confirman que la niña pertenecía a un sueño inacabado del varón. Otros, en cambio, otorgan al encuentro entre los infantes un carácter mágico. Los menos hablan de que estos, a su vez, fueron la fantasía onírica de un adulto, cansado del hastío vital. Y, finalmente, uno, bastante realista, dice que, simplemente, es un relato extravagante, como todos los que recoge su grupo de trabajo.
[1] Inspirado en el arte de Alejandro Dolina en sus Crónicas del Ángel Gris.
29 de agosto de 2008
Dedicado a Tavo

13 comentarios:

Melibea dijo...

Muchas gracias por publicar mi relato. Estoy emocionada. Un abrazo


Olivia

sujetotacito dijo...

felicitaciones melibea, sos una gran artista, siempre sorprendes con tus cuentos

Melibea dijo...

Gracias, Tácito. Un abrazo

Anónimo dijo...

Muy tierno tu cuento. Un saludo desde Chile.
Has publicado algún libro?
Andrea

Navegante dijo...

Querida Melibea, con cuanto gusto he leido este imaginativo cuento tuyo, y como plus el saber que te ha inspirado mi genial compatriota Dolina (lástima que actualmente está en un momento creativo muy bajo, pero por suerte están los libros y discos que nos legó desde su época dorada).
Te sigo leyendo.
Te dejo un beso.

Melibea dijo...

Gracias Andrea y Navegante, de verdad.

Tengo publicados varios relatos en internet y se pueden leer partiendo de las referencias en mi blog (melibea-misletras.blogspot.com) o visitando Letralia, Destiempos o Químicamente impuro.

Un abrazo

Mercedes Pajarón dijo...

CHAPEAU!

Me ha encantado el equilibrio de todos sus ingredientes!

Unknown dijo...

Que bueno el grupo de los cuentos absurdos. Sigue así.

Melibea dijo...

Muchas gracias, Mercedes y Kris. Es un placer diverir.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Un cuento redondo.
Leo

Melibea dijo...

Gracias, Leo. Un saludo

Anónimo dijo...

¿quien es Alejandro Dolina?
Siento mi desconocimiento.
Alberto

Melibea dijo...

Alejandro Dolina es un escritor argentino que se tiene un programa radiofónico en el que mezcla música, literatura y cultura en general. Tiene varios libros, entre otros, Crónicas del Ángel Gris.

Un saludo, Alberto.